La legitimidad del Tribunal de Arbitraje Deportivo (“TAD”) como “corte suprema del deporte” ha sido cuestionada en los últimos años, debido, en particular, a su supuesto desequilibrio a favor de los intereses de las federaciones, en supuesto detrimento de los intereses de atletas profesionales.
Además de haber sido abordado por numerosos artículos académicos y recibido una amplia cobertura de la prensa, en dos series de batallas judiciales (o “sagas”) paralelas, varios tribunales nacionales e inter¬nacionales se han pronunciado sobre la cuestión.
Una de esas sagas (la saga “TPO”) acaba de empezar. La otra (“Pechstein”) llega a su fin. El re¬sultado de casi diez años de litigación, que culminó recientemente ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, está lejos de ser revolucionario: la necesidad, en aras de transparencia y confianza en la admin¬istración de la justicia arbitral, de llevar a cabo audiencias públicas como regla general en procedimientos donde hay cuestiones de hecho o de credibilidad (como en cualquier caso disciplinario), un cambio que el TAS ya había anticipado.
Así, los autores cuestionan la oportunidad de garantizar la legitimidad del TAS por medio de estrate¬gias judiciales que in fine no necesariamente constituyen un medio idóneo ni eficiente para lograr cambios estructurales y aumentar la confianza en la justicia deportiva.
Iurgium [previously Spain Arbitration Review]